Violencia hacia los menores en contextos educativos

El maltrato infantil se define como cualquier forma de abuso o desatención que afecte a un menor de 18 años y abarca todo tipo de maltrato físico o afectivo, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otra índole que dañe o pueda dañar la salud, el desarrollo o la dignidad del menor, o que pueda poner en peligro su supervivencia en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. OMS. 5 Noviembre 2024

La lucha frente a la violencia en la infancia y adolescencia es un imperativo de derechos humanos y una obligación prioritaria de los poderes públicos reconocida en el artículo 39 de la Constitución Española y a nivel internacional en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) de 1989, ratificada por España en 1990. Informe anual de la Comisión frente a la Violencia en los Niños,Niñas y Adolescentes. 2021-2023.

La Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, en su artículo 15 nos habla del deber de comunicación de la ciudadanía, indicando que toda persona que advierta indicios de una situación de violencia ejercida sobre una persona menor de edad, está obligada a comunicarlo de forma inmediata a la autoridad competente.

En su artículo 16 sobre el deber de comunicación cualificado, el mismo es exigible al personal que por razón de su cargo, profesión, oficio o actividad, tengan encomendada la asistencia, el cuidado, le enseñanza o la protección de niños, niñas o adolescentes y, en el ejercicio de las mismas, hayan tenido conocimiento de una situación de violencia ejercida sobre los mismos. En este supuesto, se encuentran incluidos el personal cualificado de los centros sanitarios, de los centros escolares, de los de deporte y ocio, de protección a la infancia y de todos aquellos en los que se encuentren o asistan menores.

Actualmente contamos con gran apoyo legislativo hacia la infancia. Existen muchos protocolos, programas de sensibilización y de concienciación así como formación pero, claramente,  no está siendo suficiente para acabar con la situación de maltrato/ violencia hacia los menores en las escuelas infantiles/guarderías. 

Sabemos que son hechos aislados, que no ocurren en todas las escuelas infantiles ni a diario, por ello cuando saltan a la luz este tipo de casos, nos hace reflexionar sobre lo que está sucediendo a nivel social y nos hacemos muchas preguntas. Una de ellas es ¿cuántos casos habrá que no salen a la luz, que no son denunciados? Sabemos que hay muchas situaciones de maltrato/violencia que entran dentro de lo normalizado. Situaciones de violencia que son interiorizadas en millones de personas.

Existen múltiples razones por las que personas que presencian esas situaciones no actúan, hemos recopilado las más habituales:

  • Miedo a las represalias o a equivocarse.
  • Falta de conocimiento sobre qué hacer o a quién recurrir.
  • Complicidad institucional: silencios que protegen a la estructura más que al niño.
  • Normalización de ciertas formas de maltrato (“no pasa nada”, “a mí también me gritaban y aquí estoy”, …) 

Es paradójico que centros/instituciones que deben velar y proteger a los menores se conviertan en verdaderos lugares donde el horror y el maltrato sea el plato principal de niños y niñas.

Lugares donde el aprendizaje, el juego, la socialización, la protección y la interacción deberían ser sus funciones principales, pasan a un segundo plano ocupando la primera posición el trato vejatorio a los menores.

Recordemos que menores que han sido víctimas de maltrato, o han estado expuestos a ella, han sufrido un daño traumático con graves secuelas.

Las investigaciones de estos últimos 30 años han demostrado que las experiencias traumáticas del maltrato, por acción u omisión, que afectan a la infancia, implican amenazas a su integridad física y mental.

Según la OMS, 6 de cada 10 niños menores de 5 años, alrededor de 400 millones, sufren regularmente castigos corporales o violencia psicológica perpetrados por sus progenitores o cuidadores.

Estas experiencias provocan dolor, sufrimiento y respuestas de estrés intenso, que sobrepasa los recursos naturales de los menores, provocándoles experiencias extremas de indefensión, desamparo y terror, que se quedan grabadas en sus memorias.

Estos niños y niñas, más adelante adolescentes y adultos, tienen dificultades para auto-regularse, desarrollarse y relacionarse con otras personas de manera sana y recíproca, teniendo también dificultades sociales. 

No olvidemos que el centro/institución donde los menores acuden está dentro de su contexto social, por lo que el problema de base y donde se origina, es social.

Este tipo de traumas son traumas complejos o trastornos traumáticos del desarrollo y se caracterizan por ser múltiples traumas acumulativos que ocurren en fases tempranas, que son provocados por cuidadores, progenitores o educadores y que ocurren en contextos donde los niños o niñas no cuentan con un mínimo de recursos de protección y de recursos interpersonales para promover capacidades de resiliencia. Es decir, se refiere a la exposición repetida y prolongada a eventos traumáticos, especialmente durante el desarrollo infantil, en contextos donde la figura que debería proteger es la que genera daño.

Velemos por ellos, velemos por su futuro.

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Desde T-Social|Med os facilitamos las siguiente bibliografía para poder profundizar: 

Imagen principal: Foto de Sacha Verheij en Unsplash

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