Violencia en el entorno social
El entorno social es un concepto amplio que hace referencia al conjunto de factores, o determinantes, culturales, económicos, familiares, laborales y relacionales que rodean a una persona, o grupo, y que influyen en su desarrollo, bienestar y comportamiento.
Entender el entorno social es clave para una evaluación integral de cada situación.
La violencia en el entorno social no es nombrada sin embargo es la base, en gran parte de los casos, de cualquier tipo de violencia que se pueda dar después.
El impacto de la violencia en el entorno social es profundo, grave, multidimensional y, a menudo, invisible a primera vista. Deja huellas en las relaciones, estructuras y dinámicas cotidianas.
No solo deja huellas en la vida de quien lo sufre directamente, sino que transforma y afecta al tejido social entero, generando ciclos de daño, desconfianza y fragmentación.
Cuando analizamos una situación de violencia, lo primero que debemos tener en cuenta serán los factores sociales que rodean a la persona, su entorno social, y, en ellos, están incluidas las relaciones personales, familiares, laborales e institucionales.
Las situaciones de violencia se suelen generar dentro de la estructura familiar,en temas como: crianza de los hijos en común, la relación como pareja, el tema laboral y, sobre todo, lo relacionado con la economía familiar.
La familia, uno de los determinantes sociales a tener en cuenta, se caracteriza por una serie de aspectos que le regulan y marcan su funcionamiento: dinámicas familiares, comunicación, jerarquías o roles, entre otras.
Las desigualdades entre los miembros de las familias, principalmente entre los cónyuges, no debería ser ignorado al igual que la cultura de cada uno de ellos y sus propias situaciones de vida.
La violencia no siempre aparece como una agresión física evidente
A menudo se desliza silenciosa por las esquinas, rutinas y monotonía del día a día: en las relaciones familiares, en los espacios educativos, en la calle, en las instituciones.
La violencia es social y se instala cuando las relaciones dejan de ser cuidadoras y se vuelven fuente de daño, de dolor y de rencor.
Habitar un entorno social violento no significa únicamente estar expuesto a agresiones físicas, sino convivir con dinámicas cotidianas que desgastan, oprimen o silencian: la humillación, el desprecio, el miedo constante, el vacío, la falta de apoyo, la desigualdad estructural, el abandono institucional, el juicio, la desconfianza o el aislamiento.
Todo ello mina, poco a poco, el entorno social de la víctima.
¿Cómo se manifiesta esta violencia?
- Cuando normalizamos que el grito tenga más valor que la palabra
- Cuando normalizamos las faltas de respeto como forma de solucionar las diferencias
- Cuando el miedo impide hablar, decidir o salir de casa
- Cuando aislarse del mundo exterior es por obligación
- Cuando la separación de tu red es cada vez más notable
- Cuando las familias se quiebran por el impacto del estrés, la pobreza o la exclusión
- Cuando niñas y niños crecen viendo y sintiendo daño sin poder nombrarlo
- Cuando las instituciones, lejos de proteger, culpabilizan
¿Qué podemos hacer desde lo social y terapéutico?
- Nombrarla. Visibilizar lo que no siempre se ve.
- Escuchar sin culpabilizar. Sin juzgar.
- Intervenir no solo con la persona, sino con el contexto/entorno social.
- Reconocer y validar el daño y el dolor.
- Reconocer los propios recursos invisibles que han sostenido a quienes sobreviven a entornos violentos.
- Acompañar desde el respeto, la calma y la reparación.
Periciales sociales en el análisis de la violencia en el entorno
Como se refleja en el libro de Diagnóstico social, escrito en el año 1917 por una mujer trabajadora social que vivió en una época totalmente diferente a la nuestra, donde la tecnología y disponibilidad inmediata a la información y desinformación no existían. En una época difícil y para las mujeres, más aún, Mary Richmond visibilizó, a través de este maravilloso libro, el verdadero trabajo social. En ese libro, ella refiere que el diagnóstico social, trata de llegar a una definición lo más exacta posible de la situación social y la personalidad de un cliente dado. El proceso comienza con la investigación, o la recopilación de la evidencia, un análisis crítico y comparación, finalizando con su interpretación.
Sin ese análisis de la situación de violencia en el entorno social de la persona, no podríamos elaborar una pericial social.
Porque toda pericial social lleva un diagnóstico social donde se han interrelacionado todos los factores/determinantes sociales investigados y analizados. Porque en él hacemos referencia a los factores de riesgo y recursos que han sostenido, o no, a la persona/familia.
Un dictamen bien fundamentado puede contribuir a proteger, a reconocer el daño vivido, a poner palabras donde antes solo había culpa o silencio.
No se trata de juzgar y señalar, sino de comprender y entender para orientar decisiones judiciales más justas.
Una pericial social no es solo una valoración técnica: es también la visibilización de historias de daño, de lucha y de resistencia en contextos de violencia.
Cuando una persona ha crecido, o vive, en un entorno donde el miedo es cotidiano, donde el vínculo se quiebra y donde las instituciones no siempre llegan, no se puede analizar su realidad sin entender el impacto que esa violencia ha tenido en su entorno y en ella misma.
Las periciales sociales, permiten aportar al proceso judicial una visión más rica, más justa y más humana.
La pericial social no es un documento sencillo de elaborar. Es importante contar con la capacidad y competencia necesaria sobre el objeto de estudio, sino no seremos capaces de elaborar un dictamen pericial social riguroso, objetivo y de acuerdo a lo que se solicita ni a lo que debe reflejar. La formación y la preparación es necesaria y muy recomendable para ser perito tanto judicial como de parte.
Si estás interesado en solicitar una pericial social, en formarte como perito o formar parte de nuestro grupo de acompañamiento de periciales sociales, escríbenos y… ¡te contamos!