Periciales sociales en casos de violencia
La violencia, también, es social
La vida te cambia en un segundo o te puede ir cambiando poco a poco con el paso del tiempo. La violencia no siempre es repentina, casi siempre va poco a poco minando a la víctima.
En los procesos judiciales donde se abordan situaciones de violencia, especialmente aquellas que están marcadas por dinámicas de poder y desigualdad, la intervención del trabajo social en el ámbito pericial adquiere una relevancia particular.
La pericial social no solo aporta datos objetivos, sino que permite comprender las realidades invisibles que habitan detrás de los hechos narrados.
La pericial social como herramienta técnica y humana
La pericial social se sitúa en un lugar intermedio entre los datos técnicos y las vivencias humanas. No se limita a recopilar información, sino que traduce trayectorias de vida a un lenguaje que pueda ser comprendido y entendido en los espacios judiciales.
En los casos de violencia, esta herramienta cobra un muy especial sentido. Las pruebas materiales no reflejan el impacto real que los hechos han tenido en la vida de la persona. No reflejan el sufrimiento ni el dolor.
No se trata, únicamente, de describir lo ocurrido, sino de comprender cómo afecta ese hecho a su vida cotidiana, a la red de apoyo, a la percepción de seguridad y a su proyecto de vida.
La pericial social permite incorporar esa dimensión subjetiva y contextual que no siempre puede ser expresada con claridad por quien ha vivido una situación violenta. Cuando hablamos de violencia, no hablamos sólo de hechos, sino de consecuencias, de miedos, de rupturas internas, de aislamiento, de pérdida de calidad de vida. Hablamos de un gran daño social.
Es en ese punto donde el enfoque del trabajo social y las periciales sociales se vuelven imprescindibles.
Desde una mirada sistémica, relacional y comprometida, el/la profesional que elabora una pericial no solo recoge información, sino que escucha, contextualiza y da sentido. La persona no es solo un testimonio, es alguien que está reconstruyendo su historia en medio del dolor, de su dolor, muy a menudo, invisibilizado.
El sufrimiento humano no siempre se puede medir, pero sí se puede nombrar, escuchar y contextualizar.
La necesidad de una mirada integral
La pérdida de calidad de vida, el aislamiento, la angustia persistente, la desconfianza en el entorno o el miedo constante son realidades que impactan directamente en la vida de una persona aunque no aparezcan reflejadas en un análisis médico o en un parte policial.
En los contextos judiciales, la verdad suele buscarse en los hechos demostrables, en las pruebas físicas, en los informes cuantificables. Sin embargo, en muchos casos de violencia, el dolor no deja huellas visibles y la verdad se vuelve difícil de demostrar. No significa que no exista, sino que no ha sido detectada ni reconocida.
Por eso, la mirada del trabajo social en un dictamen es tan necesaria:
- amplía el enfoque
- no se limita a comprobar hechos, sino que busca comprender procesos
- da valor a lo que parece subjetivo, y difícil de estudiar, a lo relacional, a lo que no se puede contar con cifras pero que pesa como una losa en la vida de quien lo sufre.
Investigar, escribir y visibilizar estas realidades es un acto de compromiso y de justicia social.
Es visibilizar y demostrar lo que se suele obviar por falta de pruebas consistentes.
Es sembrar para que cambie la mirada judicial y se comience a proteger de verdad a quienes han sido, y son, víctimas de violencia, no solo desde la ley sino desde la empatía, la escucha y el reconocimiento del daño.
La violencia, aunque cueste verlo, también es social.
Porque hay historias que merecen ser acompañadas 🧡
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